lunes, 28 de agosto de 2017

PERSONAS SERENDIPIA. Personas regalo

No es solo mi marca personal. No es solo una de las tantas palabras que llevo tatuadas en mi piel. No es solo el nombre de mi blog profesional. 

No es solo una palabra que se ha puesto de moda. No es solo eso… es más. Serendipia es todo. Sí, TODO.

Y con todo me refiero a que todos somos Serendipia. He llegado a la conclusión que somos Personas Serendipia. Y así nos he bautizado. Siempre somos el encuentro fortuito de alguien mientras buscaba otra cosa. O sin buscar.

Las redes sociales nos han permitido ser personas Serendipia para muchas otras tantas que nos han encontrado sin pretenderlo, sin preveerlo. Sin buscarnos. 

Personas que son regalo. Como esas caricias donde uno podría quedarse a vivir aunque fuera un breve tiempo caduco. 

Me siento afortunada. Estoy rodeada de personas Serendipia. Personas regalo. Personas que hacen que mi vida tenga más sentido que si no formaran parte de ella, de mi existencia.

Personas que hacen que Serendipia tenga más valor en mi vida. Más aún si cabe del valor diario que ésta conlleva.

Y sonrío. Sonrío cuando me mandáis enlaces con imágenes de productos con la palabra regalo, con Serendipia, porque os ha recordado a mi. 

Sonrío cuando veis anuncios en la televisión donde sale la palabra Serendipia y me escribís privados para decirme que os habéis acordado de mi. Sí, sonrío cada vez que hacéis esto y más, que es muy a menudo.

Sonrío porque no sois conscientes de que todos vosotros sois parte de mi Serendipia. La que tiene que agradeceros soy yo a vosotros, no vosotros a mi. 


Gracias de corazón a todas esas Personas Serendipia que lográis que, una parte de mi, alcance ser quién soy. Sí, GRACIAS. 


SERENDIPIA, del verbo "gracias por aparecer en mi vida sin pedirlo. Sin preveerlo." Porque claro, así, sí. Sin dudarlo. Sin titubear. Sin pensarlo. Sin... con TODO. 


sábado, 26 de agosto de 2017

PALABRAS PARA NO OLVIDAR

La vida, esa suma de ✳️ SONRISAS, risas y carcajadas. De silencios compartidos con otros… y contigo mismo, claro. Estos últimos que tantísimo nos hacen aprender a ser mejores. Mejores con nosotros para serlo con los demás.

He aprendido a no juzgar sin saber, e incluso sabiendo, he aprendido a ser tolerante. Aunque deba mejorar lo presente, seguro.

✳️ TOLERANCIA, preciosa palabra que no implica estar de acuerdo con las ideas u opiniones de los demás, si no respetarlas. El respeto, ay, el respeto… 

✳️ RESPETAR, otra preciosa palabra que hemos distorsionado para convertirla en algo mundano, frívolo… secular. Ya no respetamos, ni el hecho ni la acción, ni el concepto del propio verbo.

He aprendido que la ✳️ AMISTAD, igual que la confianza, ni se regala ni se da. Se gana. Pero que incluso la amistad verdadera es capaz de romperse por situaciones que creemos que son más fuertes que nosotros. Qué ilusos somos. Nada es más fuerte que nuestras ✳️ DECISIONES.

En realidad, somos la suma de nuestras decisiones y nuestras no decisiones. Las segundas ya lo son en si mismas a partir del momento que decidimos no decidir. Sí, decidir NO DECIDIR.

He aprendido que las emociones que se generan en el cerebro, es decir, todas, afectan en demasía y de forma complicada al corazón. 

✳️ COMPLICARSE, otro verbo que se ha hospedado en nuestras vidas como los parásitos que absorben la energía. 

Dice la ✳️ VIDA que no es necesario que nos la compliquemos, que ella solita lo hace maravillosamente.

He llegado a la conclusión de la no conclusión con el ✳️ AMOR. Concepto tan sumamente amplio que no me fío en absoluto de aquellos que dicen conocerlo bien. Todos hemos vivido ese sentimiento en nuestra piel. Lo hemos disfrutado, sufrido, marchitado. Hemos aprendido de él, crecido con él, mejorado con él… 

Somos la suma de nuestras ✳️ EMOCIONES y sentimientos. La suma de nuestras decisiones. La suma de nuestras sonrisas… y de nuestras lágrimas, por supuesto, que también hacen ser quienes somos. 

Estamos hechos de ✳️ HISTORIAS, de momentos y experiencias llamadas vida. Y claro, así, pues sí. Sí cada momento. Sí cada día. Sí siempre. Sí, SIEMPRE.



viernes, 25 de agosto de 2017

EDICIÓN LIMITADA. Sí, tú mismo.

Qué manía esa, querer ser alguien que admiramos o pensamos, erróneamente, que es mejor que nosotros. Cuando deberíamos empezar por entender que somos una EDICIÓN LIMITADA. 

Sí, la nuestra, edición limitada de nosotros mismos, claro. Y así, sí. Sí siempre. Hasta el fin de nuestra existencia.

Limitada, sinónimo de ÚNICO, del verbo "voy a aprender a quererme bien, para llegar a quererme mejor y no necesitar ser nadie que no sea yo mismo."

Cuán difícil nos lo pone la sociedad que intenta marchitarnos la conciencia y la esencia de lo que somos. 

Cuán difícil nos lo ponen ciertas personas tóxicas que nos consumen el alma escudriñada para mal. Negando la evidencia de una verdad absoluta equivocada llamada dependencia.

Nadie es dueño de tu vida, y menos aún de lo que eres, de quién eres, de cómo eres, de tu esencia... de ti.

Y nos ofuscamos entre lamentos de lo que especulamos sobre un futuro incierto. Hasta que discernimos que es el aquí y ahora. Que hay que vivir, y que sea lo que tenga que ser. 


Cuán fácil es, entonces, comprender que si es contigo, sí. Sí siempre. Contigo mismo, claro. Para que luego pueda(s) ser con los demás. 


martes, 22 de agosto de 2017

Permítete caer

Permítete caer. De verdad, no pasa nada. Permítete ser humano, SER-HU-MA-NO. 😌

Permítete tropezar, desfallecer. Permítete colisionar con tu existencia, con la vida que te da cobijo... que te alberga y te refugia.

Permítete besar el suelo de la derrota durante unos segundos... minutos... el tiempo que creas conveniente para poder coger impulso y cruzar la tormenta.

Permítete pensar que caes con la condición de que luego te levantarás con más fuerza para llegar más lejos. 

Nos ofuscamos con las caídas. Y claro, así, no. No ni hablar. Pero con cada una de ellas alimentamos la resiliencia que reside en nosotros. Sí, en todos y cada uno de nosotros. 

Resiliencia, qué preciosa palabra. Qué bonita eres. Sí, bonita por lo que conllevas. 

Porque nunca se es tan fuerte como cada vez que tienes que levantarte de la caída. De todas ellas, claro. De cada una de ellas, por supuesto. 

Y aquí andamos, como si la vida nunca nos hubiera golpeado. Qué tonta ella. Qué tonto tú, que crees que no vas a volver a caer. 


De verdad, insisto, permítete caer. No pasa nada mientras luego cojas impulso desde el suelo.


sábado, 12 de agosto de 2017

Tengo ganas de no quedarme con las ganas...

Tengo ganas de no quedarme con las ganas. De decirte tantas cosas que callamos. 

Que el silencio alimenta lo hiriente de las palabras que nunca pronunciamos.

Que todos bailamos con nuestros demonios. Con caricias incluidas. Con miradas inciertas en la nada.

Que la vida es besar el suelo para saber a qué saben los tropiezos. A qué saben las oportunidades perdidas. El lodo de lo desvanecido. 

Que la distancia son solo nueve letras ordenadas por quién sabe qué perdió y dónde. 

Que la vida es la suma de nuestras decisiones y nuestras no decisiones. Todas ellas lo son en si mismas.

Como también lo es la suma de las personas que forman parte de tu existencia, y de lo que eres. De lo que dejaste de ser por ser quien eres. 

Que las personas que te importan no deberían quedarse entre silencios. Silencios de la duda, vestidos de lo importante. El desasosiego que marchita. Te marchita. Y claro, así no.

Y aquí andamos, como si el mañana fuera un futuro lejano, y lo tenemos a la vuelta de la esquina. La jodida esquina que llega con las circunstancias del revés.

Y pensamos… 

Sin él estoy perdida.
Sin él mi vida no tiene sentido.
Sin él estoy vacía.
Sin él no soy nadie.

Y ciertamente, tenemos razón. Sin nuestro amor propio no somos, ni nunca seremos, (de) nadie. No hablo de alguien ajeno a tu propia persona. Si no de ti. Sí, TÚ.

Anduvimos por la calle de la nostalgia durante un breve tiempo caduco. 

Aprendiendo de la vida más que de los libros.

Sucumbiendo a los pecados que nos llenaron los vacíos mal entendidos, mal gestionados, mal de todo y de todos, de muchos al menos. 

He llegado a estar en la luna y quedarme en ella mientras observaba cómo se alejaban los susurros. Hasta que me di cuenta que la luna te la regala cualquiera. Los susurros también. Los suspiros no, no te los provoca cualquiera. Y el aliento tampoco, tampoco te lo quita cualquiera. 

Y dejamos pasar el tiempo. A ver si con suerte las heridas curaban y quedaba una bonita cicatriz. Pero hasta para eso hay que cuidar lo que importa, o lo que importó en su día, aunque ahora ya no. Porque somos la suma de todos esos momentos vividos, esos recuerdos hechos cenizas.

Y mañana será otro día jodidamente maravilloso en el que pintaré mis lágrimas de colores y purpurina. Porque he venido a dejar huella en esta vida. 

Vida que te va quitando todo con suma perseverancia y paciencia, pero al unísono con ella, voy construyendo una colección indecentemente infinita de momentos mágicos perecederos. Sí, para los restos. Para siempre.

Y así, claro, así sí. Así cualquiera se me pone delante a hacerme frente. Y punto.



viernes, 11 de agosto de 2017

No te escondas detrás de tus miedos 🎈💙

Qué manía esa, pensar que los miedos pueden vencernos.

Sin duda somos nuestro peor enemigo y nuestro mejor aliado. Sí, nosotros mismos. Somos nuestro mayor miedo y nuestro mejor reto. Tú decides. 

Qué manía esa, pensar que no podemos convivir con ellos.

A los miedos hay que entenderlos, comprenderlos y aceptarlos. Deberíamos aprender a convivir en simbiosis con ellos. Esa gran desconocida inteligencia emocional. 

Al fin y al cabo, nos ayudan a estar en estado de vigía, de alerta. Así no nos pegamos tantos porrazos. Literal y metafóricamente, claro. Ay, queridos miedos... 😉

Qué manía esa, escondernos detrás de ellos. ¿No te das cuenta que así no te dejan crecer? Sí, a ti. A tu grandeza.

La vida es tan insultantemente corta que cuando nos percatamos de que el tiempo transcurre a una velocidad de vértigo, nos damos cuenta que éste se desliza abrazando el futuro de forma pasada. Y claro, así, pues no. No, ni hablar.

Que las oportunidades hay que saber aprovecharlas. Lo de que nunca vuelven es incierto, pero sí lo es que se presentan en otro formato, con tantas otras formas y las dificultades que ellas conllevan al aceptarlas. 


La vida sin riesgos, sin imprevistos, sin locuras... sin un "aquí y ahora", carece de gran parte de su más excelso sentido. 😊



miércoles, 9 de agosto de 2017

Alguien decidió llamarlo RESILIENCIA

Nunca se es tan fuerte como cada vez que tienes que levantarte de la caída. De todas ellas, claro. De cada una de ellas, por supuesto. 

Y aquí andamos, como si la vida nunca nos hubiera golpeado. Como si ésta fuera exenta de tropiezos, de la consecuencia de los ostiones que nos ayudan a besar el suelo. 

Pero mira tú, aquí andamos, con la cabeza bien alta, mirando al frente y retándonos para seguir creciendo, para seguir aprendiendo a construir en lugar de destruir. 

Para seguir aprendiendo a sumar y no restar. Aportar y compartir, maravillosos verbos hechos esencia. Es la única forma de aprender a ser mejores. Mejores personas, claro. Si no, no.

Para, sencillamente, adaptarnos a ese proceso de mutación que experimentamos de los cambio que producen los tropiezos hechos aprendizaje. Y claro, así, sí. Sí SIEMPRE. Y ya.


Alguien decidió llamarlo RESILIENCIA. 👊🏻 


viernes, 4 de agosto de 2017

HAMOR CON H NO ES AMOR, ES ERROR. 💔

Eso fue hamor, con H de ERROR. 
Porque el hamor con H no es AMOR. 

Ese amor que sí, que claro, que incondicionalmente, que siempre aunque no estés... que para siempre aunque creas que te olvidas. 

Pero no, no te olvidas ni queriendo. No qué va. Ni creando muros, ni poniendo corazas mal entendidas, ni distancia... ni ná de ná como diría aquél.

Déjate de tonterías, que eso de AMAR con H no es amor, sino "error". Error, sinónimo de experiencia, del verbo APRENDIZAJE. 😉

O es amor o es error, pero no ambas cosas aunque pensemos que no nos conviene. Aunque sintamos que el dolor es perenne. Y claro, así, pues no, no ni hablar. 

Qué cosas tiene la vida, suspiramos por amor y por "error". ¿Y quién no ha cometido "herrores" emocionales? 

- Sí, tú también, seguro que sí. 
- ¿Y qué? 
- Y nada. Aprendiendo que es gerundio. Y a lamer heridas, que esto de vivir no lleva manual de instrucciones, oye. Y punto, déjalo ir. 🎈

Al fin y al cabo, somos seres emocionales más que racionales, aunque la racionalidad también sea parte de las emociones que fuimos, que somos, y que queremos ser. 


Dejar un legado emocional siempre enriquece más que un legado material, incluso con H, de APRENDIZAJE. 


martes, 1 de agosto de 2017

VIVIR... la mejor decisión. 💚 👊🏻

He caminado muchos kilómetros ya. Tantos como experiencias me ha permitido la vida vivir. Tantos como yo me he permitido sentir. 

Tantas heridas en las plantas de los pies que he aprendido a sanar y curtir las lágrimas en ellas, acariciándolas, maltratándolas de vez en cuando. 

Como cuando sabes que algo te hará sufrir, pero vas a por ello, lanzándote al vacío sabiendo que el aterrizaje dejará alguna que otra cicatriz. ¡¡Bendita osadía!!

Muchos kilómetros no son suficientes. Queda mucho sendero por recorrer. Mucho camino por construir. Mucha vida por vivir. Y claro, así, sí. Por supuesto. 

He desgarrado el alma hasta romperla en mil pedazos, pensando que era imposible volver a crear el puzzle que la marchitó. Sufriendo por aquello que la dañó, sin percatarme de que la vida solo estaba moldeando la dureza de una coraza de quita y pon.

Nada es tan fuerte como el sentimiento de saber que eres capaz de sobrevivir. Con corazas o sin ellas. Al fin y al cabo, las corazas son solo excusas para no sentir. 

No es del sufrimiento ajeno que nos protegemos. Es del sufrimiento propio que nos condenamos. Y claro, así, no. Pues no, no ni hablar.

Corazas, ¡¡vaya invento del ser humano!! Corazas de quita y pon que te las arranca de un plumazo quien es capaz de ayudarte a recomponer el alma rota. Quien es capaz de darte las piezas de una en una para que tú misma recompongas el sendero que queda por recorrer.

Y nos empeñamos en pensar que necesitamos una media naranja para sobrevivir, cuando todos, absolutamente todos nacemos completos.

Qué manía esa, pensar que tener alguien al lado es una obligación. No, gracias. Recorrer el sendero acompañada es una opción, pero mucho más, una decisión. 


Algunas obligaciones terminan por destruir. Las decisiones ayudan a construir. 

Y ya me perdonaréis, pero no conozco mayor demostración de amor que construir la vida de una misma ayudando a poner las piezas del sendero ajeno compartido.