viernes, 26 de enero de 2018

Sentimiento sempiterno 🎈⭐

Querer lento y bien, sin necesidad de más, si no mejor, también cuenta como sentimiento sempiterno. 

Deberíamos dejar de decir que queremos mucho.
¿Cómo se mide mucho?
¿Cómo se mide el yo más?
¿Cómo se mide la desmedida confusa del mal querer por un mal entender enajenado?

Tenemos memoria selectiva. 
Hay algo más importante que querer mucho. Y es querer bien para aprender a querer mejor. 
Empezando por ti mismo, claro.

Ese sentimiento inconmensurable e imperecedero que se convierte en eterno.

Ese sentimiento intangible que ni la distancia ni el tiempo son capaces de destruir porque es perenne y perpetuo. 
Contigo es para siempre, no lo olvides. 
Esa relación que va a durar(te) toda la vida. 
Sí, TODA.

Deja de fustigarte por la autoincomprensión y sé, aunque sea solo un poquito, más benevolente con tu propia existencia.
Cómo, y no cuánto, quieras a los demás, también lo decides tú. 

Y nos fustigamos por la sinrazón especulativa del qué dirán. 
Pero olvidamos que nadie tiene derecho a juzgar(nos). 

Porque nadie más que tú sabe a qué huele tu tristeza.
A qué saben tus logros.
Qué tacto tienen tus ganas de aprender... y crecer.
Qué música vives con tus ganas de querer.

Nadie sabe qué sabor tiene la sonrisa de tu felicidad... o sí. 



jueves, 25 de enero de 2018

Querida RESILIENCIA

Hoy hace justo un año. 
Un año que te hice nacer en mi piel para siempre. 
Un año que te hice compartir el lienzo de mi piel con tantos otros perennes que ya estaban.
Otros que nacieron después. 
Y algún otro que está en camino de nacer para convertirse en eterno... también.

Pero hace unos cuantos más que tu significado forma parte de mi existencia.
Parte de mi entender.
De mi vivir.
De mi filosofía de vida. 
De mi forma de ser y estar. 
Porque no se es sin estar, ni se está sin ser.
Y claro, así, sí. 

Del hecho de coexistir con mis debilidades para hacerlas oportunidades y seguir creciendo.

Y es que a veces la vida se pone muy puta. 
Pero nos engañamos al vaivén de las circunstancias que creemos que no nos dejan otra opción.
Al vaivén de su mero antojo porque creemos que no nos permite decidir.
Y encima, nos lo creemos.

Iluso tú si crees que la vida tiene el control de tu propia vida.

Tú, eres quien toma las decisiones.
Tú, eres quien no las toma. Porque a partir del momento que no tomas una decisión, ya la estás tomando.

Tú, eres quien dice SÍ o NO a querer aprender.
Tú, eres quien decide ser feliz.
Tú, eres quien decide caer para levantarte. O simplemente, levantarte después de cada tropiezo. Sean los que sean.

No lo olvides. Cuando estés besando el lodo, recuerda que nadie tiene tanto poder para volver a volar, como el que tú eres capaz de creer. 

No me llames fracaso. Llámame RESILIENCIA. Porque el sinónimo de fracaso, siempre, absolutamente SIEMPRE, es aprendizaje.





viernes, 19 de enero de 2018

SI DUELE, NO ES AMOR. 💔🎈


Lo tenemos mal entendido.
El amor no duele.
Y si duele, no es amor.
El amor no daña.
Si daña, ya me disculparás, pero ¡¡despierta!! porque no es amor.
No, así no.
No, ni hablar.

Quítate la venda de los ojos. 
Esa que te ciega el amor propio.
La que no te permite ver que dejaste la autoestima allí, en el suelo, en el rincón del olvido, en el baúl de los recuerdos.

Las decepciones, esas jodidas sí duelen.
Duelen porque esperamos.
Dañan porque nos ilusionamos.
Mortifican porque (nos) creamos expectativas, conscientes o no.

El amor no mortifica.
Si mortifica, no es amor.
El amor no obsesiona. 
Si obsesiona, no es amor.
Y-PUN-TO.

Despierta del letargo que te marchita. 
De verdad, hazlo.
Quiérete bien, a ti, para poder querer a los demás mejor.

No permitas que trasciendan las decepciones ajenas. 
Obvialas después de digerirlas. 
Así, hasta con protector estomacal si es preciso.

¿Sabes qué es lo más importante en esta vida?
No decepcionarte a ti mismo. 
No lo olvides.
No (te) olvides.
Y ya.




sábado, 13 de enero de 2018

Todo empieza por un, SÍ (ME) QUIERO. ✨🎈

Todo empieza por un, SÍ (ME) QUIERO. ✨🎈

Entendí que es mejor llevarte bien contigo mismo. 
Es la única relación que dura toda la vida. 
Te guste o no. Acéptalo.

Descubrí que somos nuestro mejor amigo y nuestro peor enemigo. No lo olvides. Yo decidí recordarlo.

Pero me percaté que es un inconmensurable y arduo trabajo que nos ocupa hasta el fin de nuestra existencia. Conocernos bien a nosotros mismos. Ni más, ni mucho, si no bien. Como el querer. 

Comprendí que a veces hay que pederse para encontrarse.
Desconectar para (re)conectar.
Hacer para lograr.
Estar en silencio para lograr escucharnos.
Soñar para viajar... desde dentro, claro.
Y así, sí.
Sí cada momento.
Sí siempre. 

Que tropezar es el sinónimo de aprendizaje.
Que hay que caer para levantarte. 
Desaprender para volver a aprender. 
Desde cero, pero con el conocimiento de la experiencia. 
De la coexistencia con nosotros mismos. 

Que uno siente irremediablemente a pesar de las circunstancias. Sean las que sean. 
Las del pasado, el presente o incluso la propia especulación de las emociones futuras que están aún por llegar.
Sentir para vivir. 
Así de sencillo. Así de complicado. Así de (que) TODO.


Dice la vida que no nos la compliquemos, que ella solita lo hace maravillosamente. Al fin y al cabo, vivir ya es toda una aventura.